Las diferencias genéticas pueden influir en cómo nuestro cuerpo reacciona a los medicamentos. En algunas personas, los genes pueden hacer que un medicamento sea más o menos efectivo, cambiar su seguridad o determinar cuánto se necesita. Estas diferencias genéticas pueden afectar cómo el cuerpo procesa un medicamento, como la velocidad a la que se descompone o cómo interactúa con las células. Por ejemplo, una diferencia genética puede hacer que el cuerpo descomponga un medicamento demasiado rápido, haciéndolo menos efectivo, o demasiado lento, aumentando el riesgo de efectos secundarios. Por eso, las personas reaccionan de manera diferente al mismo medicamento.