Los padres suelen notar infecciones frecuentes, fiebre sin causa aparente, aparición fácil de hematomas o sangrados nasales, y un abdomen hinchado por bazo aumentado, lo que lleva a una revisión en la que se detectan alteraciones en el hemograma; los médicos pueden llamar a esto los primeros signos de leucemia mielomonocítica juvenil. En bebés y niños pequeños, los pediatras a veces observan piel pálida, bajo aumento de peso o un sarpullido persistente, y los análisis de sangre muestran monocitos altos (un tipo de glóbulo blanco) junto con anemia o plaquetas bajas. Para muchas familias, la JMML se detecta por primera vez después de que una visita rutinaria se convierte en análisis repetidos e imágenes porque el niño no termina de superar enfermedades comunes o el abdomen se nota más lleno de lo esperado.