Muchas personas notan por primera vez el glioblastoma cuando aparecen dolores de cabeza repentinos y persistentes que se sienten diferentes a los habituales, a veces peores por la mañana o al toser o agacharte. Otros acuden después de una convulsión nueva, cambios en la visión o el habla, debilidad o entumecimiento en un lado del cuerpo, o cambios de personalidad y memoria que la familia detecta antes que tú mismo. Si los signos aparecen con rapidez o siguen empeorando a lo largo de días o semanas, ese patrón suele llevar a hacer una neuroimagen urgente, que es como se detecta el glioblastoma por primera vez.